Pascua Calahonda 2015

LA EXPERIENCIA DE MI VIDA

        Por Carlos Alvarado.  
       (masde1.blogspot.com.es) 

1962622_616256365171421_7719057017038799468_nAquí estoy, en una de las tantas mesas de mi casa, con mis libros de educación frente a mí, esperando para ser leídos y estudiados de cara a un trabajo de Fin de Master. Por los auriculares suenan canciones cristianas. El silencio del entorno es profundo. Sin embargo, mis pensamientos se enfocan en una experiencia que viví por cinco días. Cinco días que cambiaron mucho de lo que era o de lo que creía ser. Preguntas, encuentros, palabras, respuestas, sonrisas y lágrimas, bailes y alguna canción con sabor a banano, e incluso, alguna que otra palabra inventada (engrifar o macarronsito). Todo fue parte de un tiempo en el que la vida compartida se hizo carne en más de cuarenta jóvenes habitando una casa pequeña en un pueblo llamado Calahonda en Granada.

 Me causa gracia pensar que todo se fue en un abrir y cerrar de ojos.

20150401_155630Miércoles por la mañana: tiempo de partir hacia un desconocido evento. Ninguno de los que íbamos en el coche sabíamos a lo que íbamos o lo que encontraríamos, ni siquiera con quienes estaríamos. ¿Expectativas? ¿Qué expectativas puede haber cuando todo podía ser novedoso? Llega a ser curioso que cuando te lanzas a la aventura todo puede resultar sorpresivo conforme realizas el viaje.

Miércoles por la tarde: Granada nos esperaba con los brazos abiertos. Una breve pausa para comer, llegar al punto de encuentro, comenzar a poner rostros a los nombres, y emprender otro breve viaje a lo que sería nuestro hogar por cinco días: días que se hicieron cortos. Al llegar, las presentaciones se entrecruzaban con abrazos, con bienvenidas y con nuevos rostros. ¡Cuántas caras desconocidas y cuanta novedad en todo! Sin haber pasado media hora ya estábamos en la playa rocosa y los juegos comenzaban. Comenzó la experiencia. Experiencia que continuó con una cena ruidosa y una oración en la que las canciones se mezclaban con la presencia de AQUEL en ese momento. Era tiempo de dormir o de procesar las primeras impresiones.

10660321_10206000973445432_3412656519288215292_nLlegó el jueves. Las miradas tuvieron su lugar. Creo que han sido pocas las veces en que he visto a las personas como las he mirado ese día. El mundo que se descubría tras unos ojos bien abiertos y la capacidad de relajarse en la mirada del otro. Me descubrí vulnerable y abierto a lo que soy. Me descubrí como un ser humano, abierto a la novedad, abierto a la vida. Y en ello, descubrí lo que significa callar para dejar hablar al silencio. ¿Silencio? Sí y la tarde fue parte del encuentro, moldeando el barro, dejándome moldear la vida, encontrando lo que significa un proyecto de vida. Encuentro que pude vivir en la Eucaristía: me recordó a que estoy llamado, por si lo había olvidado, a servir, sin condiciones, sin esperar nada a cambio, servir sin prejuicios y con todo el corazón. ¡Mi llamada latió como nunca en esa noche! Noche que se alargó con lo maravillo que es compartir un pedazo de pan con quien menos te lo esperas, con quien lo necesita, abierto a recibir, a acogerlo todo. ¡Qué grande ha sido! Tiempo de dormir: tanto que guardar.

11146289_802709639814696_5097645215456458165_nEl viernes asomó. Recordando que Jesucristo iba a morir el silencio quiso apoderarse de mi vida. La oración de la mañana me llevó a ello. Moldear la cruz, mi cruz y compartirla con los demás. ¿Cómo no conmoverse? Una cruz que viví por la tarde con el Viacrucis. Encontrarme vulnerable, más débil, más humano, más abierto. Y la celebración de la cruz me recordó que al final, tanta vanagloria ¿para qué? Soberbia ¿para qué? No sirve de nada frente al poder de la cruz: poder que habla de entrega hasta el extremo, hasta la muerte, hasta enmudecer. Y la noche fue parte de ello. Espera paciente y calmada postrado hasta el final.

Sábado. Un día para la historia. Es imposible no recordarlo. La mañana: una fiesta de Reconciliación. No había captado del todo el sacramento hasta todo lo que escuché el sábado. El abrazo del Padre que acoge, el desconcierto del Hijo que recibe el perdón, que es devuelto a la vida de Hijo. Tratar de expresar lo que significa todo esto: tratar de que cada uno de los que se acercaron a mí lo vivan lo gocen. Espero haberlo conseguido…

934808_10206057147258141_6215688863942520915_nLa tarde de tertulia y de dulces, de risas y de abrazos. ¿Acaso se puede reír tanto? Sí, en la Vigilia Pascual: ¿lo relato todo? No lo creo. Queda en la memoria de los que estuvimos allí: un salmo particular, un cuenco volador, unas ramas de olivo, un baile final fuera de este mundo. Pero no todo queda allí, pues la noche se hizo corta, para algunos el sueño desaparecío y en su lugar la compañía de los demás, el deseo de que nada acabara, la alegría por lo vivido. ¿Alegría? Sí, la verdad que sí.

Domingo. Tiempo de partidas. La pregunta era: ¿y ahora qué? El centro, Dios en Jesús y en el Espíritu. La verdad, el AMOR. Suena mejor. Pues fue lo que lo movió todo: el amor con que cada uno lo pudo vivir. La misión estaba dada: compartir con los demás la alegría del RESUCITADO.

11102865_10206056882011510_8378391985839146218_nPero regresar a casa se hizo largo. La nostalgia de un “hasta luego”, de un “espero verte pronto”, de un “gracias a Dios por haberte conocido”, de un “te miro y me río”. Todo se entremezclaba en esa extraña sensación de la despedida. ¡Cuánto me molesta! Pero los recuerdos quedan, las palabras se marcan en el corazón y la felicidad no hay quien la dezvanezca. Toca regresar…toca ver las caras conocidas. ¡Toca dar testimonio de esta experiencia!

Cinco día. Los cinco días de mi vida. 

Carlos Alvarado

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